Necesidades básicas del niño

Desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.

1a Pedro. 2:2

Uno de los temas a los que no se les ha puesto mayor atención, es a la necesidad de los niños. Ellos son un ser integral; es decir, formados con espíritu, alma y cuerpo. Tanto los padres de familia como los maestros tienen que fijar su mirada en los niños, y bajo la guianza del Espíritu conducirlos por el camino correcto. En la mayoría de los casos, el interés está en cómo vestirlos, que sean alimentados adecuadamente, que tengan juguetes, que se recreen, que ocupen su tiempo en alguna actividad, que se ocupen en las tareas de la escuela, pero muy rara vez en cómo llevarlos a un desarrollo espiritual, que tan necesario es a esa edad; no les enseñamos a disfrutar de la vida abundante que Cristo nos da.

Las necesidades son muchas y solamente ponemos atención a un número limitado de ellas, por considerar que son las más urgentes a satisfacer.

I. NECESIDAD DE DIOS

Como un ser tripartito, el niño tiene necesidad de Dios, porque el alma solo puede estar tranquila cuando Dios le da la tranquilidad (Sal. 62:1). Las necesidades espirituales son latentes, tanto en el niño como en el adulto.

El niño también quiere alabar, adorar, ser consolado, experimentar el amor de Dios, su perdón, el gozo, llenar el vacío que hay en su corazón. Un niño puede servir a Dios, caminar por fe, consagrarse, claro está que nunca se podrá comparar con un adulto, porque todo tiene su tiempo y no se le puede exigir consagración a la altura de un adulto. El niño actuará como niño y el maduro, o sea el adulto, como tal (1 Co. 13:11,12).

Se debe guiar al niño para que busque a Dios en todo tiempo.

II. NECESIDAD DE LA DISCIPLINA

La disciplina se debe aplicar con amor, sabiduría y paciencia, pero sobre todo con la dirección del Espíritu Santo. Una disciplina bien aplicada desarrollará el respeto por el maestro y por sus compañeros de clase. Existirá mayor comunicación. No se debe disciplinar con enojo o con ira.

III. SENTIRSE IMPORTANTE

El niño quiere ser conocido dentro del grupo de la escuela. Cuando carece de un lugar de estima, tratará de llamar la atención haciendo berrinches, llorando por cualquier cosa, fingirá estar enfermo, molestará a sus compañeros, gritará en ciertos lugares, hará bromas, botará objetos deliberadamente, puede agredir a sus compañeros, puede dormirse sobre el escritorio.

VI. NECESIDAD DE AMOR

El niño en su crecimiento necesita afecto, quien carece del mismo, encuentra puertas cerradas a través de toda la vida. La necesidad de sentirse amado se llena con:

1. Expresiones de amor: él tiene que ser práctico y al demostrarlo hacemos que la persona amada tenga confianza. El amor se comunica con expresiones verbales, otras veces con abrazos, con sonrisas, con palmear el hombro, dando un regalo sencillo. Es necesario escuchar con atención, por muy simple que parezca su plática. Sus dolores, sus quejas, el gozo comunican amor.

2. Compartir experiencias: conversar, comentar experiencias, reír, llorar, jugar, trabajar, hacer manualidades juntos, etc. Un sentido de unidad, comprensión y de comunicación dependen del hecho de compartir y estar juntos. El amor mira más allá de las travesuras infantiles, identifica a la verdadera persona, procura comprender la búsqueda de la identidad del niño. El amor escucha, aun cuando sea causa de dolor. El amor hace sentir seguridad.

V. NECESIDAD DE ESTÍMULO

El niño quiere saber si es apreciado por lo que hace. Cuando siente gozo por haber agradado, se esfuerza por hacerlo mejor. Muchos cometen el error de no alabar al niño por los logros alcanzados, sin embargo, lo castigan si fracasa. La crítica pesa más que el estímulo. El elogio es el calor y la ternura que todos necesitamos para cambiar y ser mejores. El niño que no recibe alabanza por algo bien hecho, cuando lo merece, va a buscarla de maneras peligrosas. Por eso, cuando la “pandilla” lo alaba por mentir y robar, va a tratar de convertirse en un experto en ello.

Elogiarlo por lo que hace bien, por el empeño que manifiesta en hacer bien las cosas, por su iniciativa, indicándole, además, que podrá hacer mejores cosas con la ayuda del Señor.

CONCLUSIÓN

El niño como un ser en formación tiene necesidades físicas y espirituales que satisfacer; somos los padres los encargados de llevarlo hasta aquel que puede satisfacer las mismas. Prov. 22:6.

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