Hoy en día los tres principales problemas que enfrentan los jóvenes, no solo en México, sino en todo el continente son la violencia, la falta de acceso a educación de calidad y la falta de oportunidades laborales, sin duda son tres grandes “Goliats”, pero ¿dónde están los jóvenes esforzados y valientes como David?
Jóvenes ¿qué piensan cuando escuchan tantas noticias que hablan de inseguridad, de robos, de secuestros, que ya no hubo cupo en la escuela que querían, que no hay empleos? ¿Han aprendido a vivir con los riesgos del mundo actual? ¿Viven con temor, con indiferencia o con fe cada día? ¿Se han sentido desmotivados para enfrentar la vida como en su momento lo tuvieron que hacer sus padres o sus abuelos?
Si para los adultos es complicado salir adelante con todas estas situaciones difíciles, ¿cuánto más lo será para los jóvenes? Es hasta cierto punto normal que les genere falta de motivación pues ven en su panorama muchos obstáculos a la hora de enfrentar los retos de su vida cotidiana. Pero seguro que así como en la época antigua hubo jóvenes valientes, llenos de fe y sueños por conquistar, también los hay en la época presente.
En una encuesta que realizó la UNAM, los jóvenes consideraron que uno de sus mayores obstáculos en la vida son los conflictos familiares, la insuficiente preparación y la escasez de recursos económicos. Se concluyó en un estudio al respecto que para comprender qué afecta a los jóvenes de hoy en día se deben tener en cuenta los valores y las prácticas culturales de estos, como también su manera de socializar, sus relaciones y su visión respecto al presente y futuro.
¿Qué valores y prácticas culturales tuvo David para enfrentar al gigante Goliat y vencerlo? ¿Cómo habrá sido la manera de socializar del joven David que se dedicaba en ese entonces a pastorear ovejas? ¿Cómo habrán sido sus relaciones en una época sin internet ni redes sociales? ¿Cuál habrá sido su visión del presente y el futuro de ese joven David qué más tarde se convertiría en un gran rey?
Para tener todas esas respuestas los invito a leer directamente la fascinante historia del rey David que se encuentra en los libros de Samuel, incluso a leer los bellísimos Salmos de los cuales él escribió la mayoría; pero si no eres de los que te gusta leer, te recomiendo la serie del Rey David que se encuentra en internet, todos los personajes bíblicos que hemos leído desde niños cobraron vida en una serie de gran calidad.
Resaltaré específicamente el pasaje bíblico de 1ª de Samuel 17:1-58, ahí se muestra a David como parte de una familia humilde de 8 hijos, él era el menor y se dedicaba a cuidar las ovejas de su padre, sus tres hermanos mayores eran parte del ejército del Rey Saúl. En ese contexto pensaríamos que para enfrentar a un gigante bravucón de un ejército enemigo estarían más dispuestos sus tres hermanos mayores que ya estaban enlistados y entrenados en el ejército israelita, pero no fue así. La estatura, los músculos, la fuerza, lo visible a simple vista no fue un factor que Dios usaría para enfrentar al gigante que se burlaba del ejército de Israel cada día.
En los versículos 22-24 se dice: “David dejó sus cosas con el hombre que guardaba las provisiones y se apresuró a ir hacia las filas para saludar a sus hermanos. Mientras hablaba con ellos, Goliat, el campeón filisteo de Gat, salió de entre las tropas filisteas. En ese momento, David lo escuchó gritar sus ya acostumbradas burlas al ejército de Israel. Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron, comenzaron a huir espantadas.”
En las filas del ejército israelí estaban hombres más altos que David, más fuertes que David, más experimentados y capacitados que David, pero aún así comenzaron a huir espantados ante los gritos del gigante.
Así de espantados vemos a cientos y miles de personas hoy en día en nuestro México ante la difícil situación social, económica y política que enfrentamos todos, ante los gigantes que se levantan frente a nosotros: enormes, terribles e imponentes. Pero fíjense en la actitud que tuvo el joven David, el pastor de ovejas a quienes todos ignoraban y menospreciaban, en el versículo 26 dijo: ¿quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente?
¡Chequen la pregunta que lanzó David! En ningún momento quedó apantallado por el gran tamaño de Goliat (sí que era un gigante de verdad), ni por su fuerza, ni por su ejército, ni por nada de lo que decía o hacía, sino que su mente estaba puesta en el Dios viviente, mucho más grande, fuerte y poderoso que cualquier mortal, que cualquier gigante. Y esa actitud la sostuvo frente al rey Saúl, cuando lo llevaron a sus aposentos le dijo: “No se preocupe por este filisteo, ¡Yo iré a pelear contra él!”. ¿Se imaginan qué le dijo el rey?, pues no necesitan imaginarlo, el versículo 33 lo dice: “—¡No seas ridículo!—respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan solo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su juventud.”
Eso es justo lo que pasa cuando los jóvenes cristianos defienden su fe en un mundo de incredulidad y de gigantes bravucones, se les ridiculiza, se les niega toda posibilidad de pelea y de triunfo; y ¿qué es lo que esto ocasiona? Que muchos jóvenes cristianos dejen de hablar de su fe por temor a ser ridiculizados, pero ¿eso es lo mejor que podemos hacer? Callar es aceptar que no tenemos de nuestro lado al mismo Dios que tuvo David y que le dio la victoria ese día y siempre que anduvo conforme a su corazón. Además no debes dejar que nadie tenga en poco tu juventud, como bien se lo escribió Pablo a Timoteo en su primer carta, quien además lo invitó a ser ejemplo de conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
Jóvenes, chequen la determinación que tuvo David ese día, no estaba jugando, su vida en verdad iba a estar en peligro, pero él mostró su fe inquebrantable en el versículo 37: “¡El mismo Señor que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo!”; con esa seguridad logró convencer al rey y fue a la batalla; estando ahí no fue intimidado ante las ofensas y amenazas sino que le dijo a Goliat: “—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado.”
Vemos que la visión del presente y del futuro de David no estaba puesta en su falta de experiencia, en sus limitaciones físicas o en la grandeza de sus enemigos, la fuerza del gigante o las burlas de la gente a su alrededor; sino que estaba bien anclada en el Dios de sus padres, de su pueblo, pero ojo, también era un Dios a quien él conocía de cerca pues le entonaba hermosos salmos en los valles y le había concedido victorias frente a osos y leones que atacaron su manada; es decir, más que una fe heredada, era una fe personal. Ese joven más tarde se convertiría en rey, cometió errores, pero aprendió de ellos y procuró mantener un corazón puro y recto delante de Dios hasta su muerte; incluso tuvo la promesa de que de su linaje nacería el Cristo.
Hoy vemos en muchos jóvenes un desencanto temprano, un malestar con la sociedad en la que les ha tocado vivir y desarrollarse, que les niega oportunidades, y viven con coraje, frustración, odio, envidias; muchos de ellos incluso prefieren las pandillas, la delincuencia, el narcotráfico, ganar dinero fácil sin importar las consecuencias, como si el dinero fuera a llenar vidas vacías de sentido o a reparar corazones rotos por tanto dolor alrededor. Incluso vemos a jóvenes cristianos con una fe aparente, que es más heredada que personal, que sólo la usan los domingos, pero no en los salones de clases, en las entrevistas de trabajo o en sus puestos laborales para dar buen testimonio.
A todos los seres humanos nos toca enfrentar gigantes alguna vez en la vida, esas pruebas fortalecen nuestro carácter, sacan a la luz de qué estamos hechos. Los gigantes que enfrentan los jóvenes hoy en día son innegables, la violencia está por todos lados, cada vez hay menos acceso a una educación de calidad, todos tenemos cerca familiares sin empleo, pero ¿son esos problemas sociales más grandes que tu fe en Dios? Si tuviera más espacio compartiría decenas de testimonios de jóvenes de todas partes de México que hoy en día están firmes en su fe, que pese a toda adversidad son inquebrantables en su carácter y están conquistando sueños con el respaldo de quien vive y reina. Si eres tú uno de ellos te invito a que compartas tu testimonio al correo aleidaparedesg@gmail.com, con gusto lo publicaremos.
Incluso vemos a jóvenes cristianos con una fe aparente, que es más heredada que personal, que sólo la usan los domingos, pero no en los salones de clases, en las entrevistas de trabajo o en sus puestos laborales para dar buen testimonio.
A todos los seres humanos nos toca enfrentar gigantes alguna vez en la vida, esas pruebas fortalecen nuestro carácter, sacan a la luz de qué estamos hechos.
Los gigantes que enfrentan los jóvenes hoy en día son innegables, la violencia está por todos lados, cada vez hay menos acceso a una educación de calidad, todos tenemos cerca familiares sin empleo, pero ¿son esos problemas sociales más grandes que tu fe en Dios? Si tuviera más espacio compartiría decenas de testimonios de jóvenes de todas partes de México que hoy en día están firmes en su fe, que pese a toda adversidad son inquebrantables en su carácter y están conquistando sueños con el respaldo de quien vive y reina. Si eres tú uno de ellos te invito a que compartas tu testimonio al correo aleidaparedesg@gmail.com, con gusto lo publicaremos.
Muchas voces se levantan hoy en día en las reuniones familiares, en los pasillos de la escuela, en las oficinas de Recursos Humanos, en los medios de comunicación, incluso hasta en las iglesias y dicen: “No hay forma de erradicar la violencia en México, ni de brindar educación de calidad accesible para todos, ni mucho menos de asegurar un empleo digno y bien remunerado para todos los recién egresados de una universidad.” Pareciera que es inalcanzable en México y en todo el mundo y más con la situación actual, pero este artículo no trata de un mago que conceda tres deseos ni de las opciones que tenemos como cristianos para hacer que todo eso pase, sino es una invitación a observar con detalle la actitud de David.